De los escritores de habla inglesa, poco se difunde sobre John Milton (1608-1674) en América Latina. Como lo mencioné en un artículo anterior (¿Quién fue el autor de “Paraíso Perdido”?), su trascendencia no es solo literaria, sino también política y social, dentro y fuera de su poesía. De ella, destacan Il Penseroso y L’Allegro (1633), Samson Agonistes (1671) y el poema épico Paradise Lost (1667).
De acuerdo con la biografía The Life of Milton (La vida de Milton) escrita por Edward Phillips —su sobrino— en 1694, Milton concibió, varios años antes de dedicarse por completo a su creación, la idea de lo que sería Paradise Lost (Paraíso Perdido). En ese entonces no pensó en la composición de un poema épico sino de una tragedia; así, en aquel primer acercamiento a su gran obra escribió diez versos que mostró a Phillips y que fueron, según este último, “diseñados para el principio de la triste tragedia”. Posteriormente, estos versos formarían parte de la retórica de Satanás:
¡O tú que con gloria imprevista fuiste coronado!
Luces en tu dominio único, como el dios
De este nuevo mundo; a cuya vista las estrellas
Esconden sus cabezas degradadas; a ti te llamo,
Pero no con voz amistosa; y añado tu nombre,
¡O Sol! Para decirte como odio tus rayos
Que traen a mis recuerdos, el estado del que
Yo caí, cuán glorioso alguna vez sobre tu esfera;
Hasta que el orgullo y la ambición me abatieron,
En el Cielo combatiendo, al Rey glorioso del Cielo.
Como podría intuirse, el personaje de Satanás dedica estas líneas, primero, a Adán (quien con gloria imprevista fue coronado en el Paraíso) y segundo, a Dios, o al Sol (para decirle como odia sus rayos) pues evocan su condición de ángel caído. Esta dramática escena descrita de forma poética, ocurre cuando Satanás llega al Paraíso para concretar sus planes de venganza mediante la seducción de Eva, y descubre al otro (Adán) a través de la mirada. Con ello, no solo reafirma su sentimiento de «mérito dañado», sino que además pinta un cuadro nostálgico al rememorar su otrora estatus en la jerarquía celestial.
De lo anterior, es posible deducir que Milton toma la llamada «caída del hombre», de la religión cristiana, para usarla como tema central de la narrativa en su poema; sin embargo, no decide usar este mito —incluido en el libro del Génesis del Viejo Testamento— de forma arbitraria, sino que lo hace con plena consciencia de fundar su obra en una de las creencias más relevantes dentro del entorno social y religioso de su época, pues aspiraba a una superioridad poética que “sin medio vuelo” alcanzase “Cosas que aún no se han intentado en Prosa o Rima”.
Paradise Lost fue publicado en su versión de diez cantos en 1667 y en la de doce —que es la versión final— en 1674, con lo que se dieron diferentes reacciones no solo con connotaciones literarias, sino también políticas (tanto por los partidarios de la República y de Milton, como por quienes apoyaban la Monarquía de Carlos II). No obstante, uno de los aspectos que causó mayor revuelo fue la construcción del personaje de Satanás pues, por un lado, lo proveyó de características heroicas y angélicas con las que cambió la imagen medieval del diablo y, por otro, lo describió como un rebelde que decide no someterse a la voluntad de un monarca absolutista, es decir, a la voluntad del personaje de Dios.

Dado que Milton creía en la existencia del Dios cristiano así como en lo descrito en la Biblia, pero no en un rey absoluto que gobernara por «derecho divino», se ha discutido hasta qué punto atribuyó por medio del subconsciente ciertos rasgos al personaje de Satanás. Sobre esto, William Blake, un poeta inglés del Romanticismo, señaló en El Matrimonio entre el Cielo y el Infierno que «La razón por la que Milton escribió en cadenas sobre Dios y los Ángeles, y en libertad sobre el Infierno y los Diablos, es que era un verdadero poeta, y partidario del Diablo sin saberlo”, donde asocia a Milton con el Diablo desde la perspectiva del deseo, es decir, de la energía o lo Otro que surge en él y que deja que gobierne sobre la razón ―representada por Dios― para manifestarse a través de la poesía.
Así, la dualidad y la otredad ―Cielo-Infierno; Ángeles-Diablos; Pecado-Espíritu; Muerte-Eternidad; Satanás-Dios― están presentes en todo el poema, por lo que les invito a conocer su historia en este enlace, donde se encuentra disponible (en prosa) en formato PDF.
En ella [la raza humana], la unidad de bondad y malicia es consecuencia de los dos personajes cuya influencia se permea a través de Adán y Eva: Satanás como el seductor movido por la venganza, y Dios como el origen de todo; el uno y lo Otro que se niegan para intentar reconocerse a sí mismos.
Mauricio Ochoa, Paradise Lost: la otredad de Dios en la figura trágica de Satanás
Pintura: El paraíso perdido, Franz Stuck, c. 1897.