De acuerdo con el sitio web de DC Comics, The Joker, o el Guasón como se le conoce en hispanoamérica, es un personaje que apareció por primera vez en 1940 dentro las páginas del Número 1 del cómic que, a su vez, diera a conocer al «dúo dinámico»: Batman y Robin. En el mismo sitio, se puede leer que los poderes del Guasón son su absoluta imprevisibilidad e inteligencia, que es violento y extremadamente peligroso, y el villano más identificable y popular en la historia de la cultura pop en el cómic.
Incluso para quienes somos ignorantes en este tema -el del cómic- dichas características no resultan sorpresivas, puesto que las hemos conocido a través de otros medios como los dibujos animados, las series de televisión, o el cine. Sin embargo, hubo una afirmación en dicho sitio web que atrajo mi curiosidad: «No se sabe mucho sobre su pasado, pero sus actos en el presente definen al Guasón como una de las más grandes amenazas para nuestros héroes y la gente que ellos han jurado proteger.» Pero ¿quién es esta gente que nuestros héroes han jurado proteger?
En la película Joker (2019), el director Todd Phillips (quien es conocido, además, por comedias como Road Trip y The Hangover) nos pinta una sociedad de Gotham caótica, decadente y que, salvo algunos personajes, no muestra mucha gente a la que un súperhéroe debiera proteger. Más bien, vemos a un Arthur Fleck quien, antes de convertirse en villano para quienes se sienten amenazados por sus actos, es discriminado por su enfermedad mental, golpeado y humillado por su oficio, y hostigado por un presente social hostil y un pasado familiar complejo, en medio de una crisis de basura y súperratas que ensombrece aún más el entorno de la ciudad.
Así, Joker nos ofrece un punto de reflexión sobre uno de los malestares de las sociedades contemporáneas: la gestación del mal no solamente como algo intrínseco de un individuo, sino incluso como una consecuencia de la intolerancia y la falta de empatía hacia los otros, hacia quienes parecen diferentes o piensan distinto dentro de lo que un grupo de poder -político, empresarial o religioso- establece como «normal». Si bien es cierto que la causa principal de la locura de Arthur es su propia enfermedad, esta se maximiza a causa de un medio social que, sin clemencia, lo sume cada vez más en el abismo infernal del que ya no podrá salir.
Por ello, en nuestros tiempos vale la pena ver al cine no solo como un medio de entretenimiento, sino también como un punto de partida para revaluar nuestras conductas, con el propósito de generar un mundo más justo y amable para quienes lo habitamos.
<p value="<amp-fit-text layout="fixed-height" min-font-size="6" max-font-size="72" height="80">En estos días donde el pensamiento es fundamental para resolver problemas cada vez más complicados, protejámonos de los virus y las infecciones biológicas pero, también, de los virus ideológicos que en ocasiones pueden llevarnos a creer que <em>unos</em> son mejores que <em>los otros</em>. En la medida en que recordemos constantemente que nadie tiene siempre la razón, y que la verdad absoluta -al menos en términos de pensamiento- no existe, podremos comprender al <em>otro</em>, y a nosotros mismos, a través de un cristal cada vez más nítido.